De ninguna parte a ninguna parte, segunda parte.
China - Hunan - Huaihua / Fenghuang (08/12/2006)
Todas las fotos de China aqui en HTML o Flash
Si Kaili pecaba de todos los vicios del urbanismo chino feo y gris, Huaihua, más todavía. Había cambiado de provincia, pero no se notaba en gran cosa, a parte del acento de la gente. Estaba en Hunan, o Fulan, como dicen los locales. Que pronunciación! En un idioma con tan pocas silabas como el chino, como puede existir un acento que cambie la H por F y la N por L?? ¡¡a la vez!! De los 300 y pico sonidos básicos que tienen han intercambiado 50!!. Mi primer encuentro con el acentazo hunanés lo tuve comprando ropa en Pekín, con una dependienta del mercado de Yaxiu. Fue algo así:
(Yo)- You nude ma? (Tienen de mujer?)
(Ella)- Mei you lude. (No, no tenemos verdes)
(Yo)- Bu yao Lude, yao Nude! (no lo quiero verde, lo quiero de señora)
(Ella)- Mei you lude! (Que no, no tenemos verdes)
Y vuelta a empezar.
Fue un dialogo de besugos. Hasta que entendí que su "lu" era un "nu" y que no era capaz de decirlo de otra forma. Pues en Hunan eran todos así, pero más de pueblo.
No tenía ninguna intención de pasar tiempo en aquel agujero urbano. En cuanto hube encontrado un lugar donde dormir me lancé a la búsqueda de un taxi de exploración. En vista del éxito moderado de las exploraciones de Guiyang y Kaili decidí intentar explicar claramente cual era mi objetivo al taxista: china rural, china emigrante, pueblos pequeños, arquitectura de madera, hacer fotos...... Me pillas? Para sorpresa mía lo entendió a la primera!
Pasar de la compresión teórica a la practica fue una historia diferente. Pronto entendí que ese señor no era muy de ir al campo por gusto. En general a los chinos urbanos no se les ha perdido nada ni en el campo ni en la naturaleza. Por otro lado, ningún habitante de las aldeas que yo andaba buscando debía usar taxis para llegar a casa, y el chofer no se conocía muy bien la zona.
El pobre hombre tenía buena intención. Insistía en llevarme a algún sitio interesante por mucho que yo quisiera ir a cualquier sitio corriente. Al poco de salir de la ciudad quedó en evidencia cuan perdido estaba. Paró a preguntar a unos moto triciclos taxi. Allí incorporamos al tercer miembro de la expedición. Uno de los conductores de motocarros se vino con nosotros para enseñarnos el camino hasta un pueblo a cambio de una comisión por sus servicios de rastreador. En realidad ambos parecían de lo más contentos haciendo ese trabajo extraño para un guiri con ideas raras. Después de comprobar que un coche no pasa por los mismos caminos que un motocarro y dar un par de rodeos, llegamos al pueblo en cuestión. Estaba al otro lado de un río y tenía buena pinta. El río se cruzaba con un trasbordador y en el embarque había una caseta con un par de póster explicativos en chino y una chavala con cara de gran aburrimiento. Al vernos revivió y se dirigió a nosotros para intentarnos vender un "tiket turistico" a lo que mi chofer devolvió una respuesta magistral:
-Turistas? Que coño turistas! Nosotros solo hemos venido a mirar!
Eso, eso, nosotros no somos turistas. Obviamente la de la caseta no debía tener mucha práctica porque quedo conforme y nos dejo pasar.
Nada más cruzar el río nos encontramos con la escuela local. Un buen sitio para ver los contrastes de campo y ciudad. Aulas cochambrosos, pupitres astillados y hordas de críos corriendo a tu alrededor y metiéndose por medio en la foto. No podía ser de otra forma.
Junto a la escuela había una casa tradicional imponente que debió ser la del mandarín local y que ahora debía albergar la oficina del Partido o algo similar. Justo al lado estaban cerrando el portón de una córrala antigua donde se representaban (quiza todavía se representan) operas chinas. Estaba perfectamente conservado con su escenario, sus gradas en balcones, muy impresionante. No pintaba nada mal el pueblo aquel...
Me apetecía ir a dar una vuelta a mi aire y a ver si hacía algún amigo. No contaba con que se tendría "escolta". El chofer y el "rastreador" se sumaron a mi paseo y aunque intenté insinuar discretamente que prefería pasear solo, no lo pillaron. O quizá sí, pero se lo estaban pasando en grande con la excursión campestre y no pensaban renunciar tan fácilmente.
Los chinos de ciudad no tienen ninguna duda sobre su superioridad sobre los de campo. Como resultado no había forma de hablar educadamente a los del pueblo. Si me paraba en la puerta de una casa y cuidadosamente intentaba preguntar si podría pasar a echar un vistazo al patio..... demasiado tarde. Mi escolta ya estaba dentro como Pedro por su casa haciendo comentarios y tocándolo todo. Un desastre.
En un par de ocasiones pregunté si podía hacer una foto pero mi escolta contestaba en lugar del dueño: "claro, por supuesto!". Si el dueño replicaba, le echaban la bronca como si ellos fuesen los dueños de sus derechos de imagen. No lo hacían con maldad, simplemente eran un par de zafios patanes de ciudad.
El pueblito conservaba la arquitectura y la atmósfera de un lugar rural autentico. Llegaran ha convertirlo en un sitio turístico si se lo proponen, pero de momento no lo era. La guinda habría sido poder hablar con la gente, pero con mi escolta camorrista no fue posible.
Volvimos a Huaihua y decidí explorar un poco antes de la cena. Por aquí y por allá había rascacielos en construcción (como en cualquier rincón de china) pero con un toque casposillo provinciano. En unas cuantas tiendas y en un par de "peluquerias de final feliz" vi a los dependientes/señoritas metidos en una especie de gran cajón de madera. Después de verlo en varios sitios me acerqué a mirar que era aquello. El remedio para el frio -que no es mucho- en esta parte de China consiste en sentarse todos bien juntitos dentro de una gran caja de madera que luego se cubre con un edredón. También hay un hueco en el fondo para meter un brasero. Es la mar de gracioso entrar en una tienda y ver dos o tres personas metidas en una caja y más todavía que te inviten a sumarte.
Después de considerar varias posibilidades de transporte decidí que en vez de seguir camino hacia Changsa (capital de Hunan) seguiría hacia el norte hasta Fenghuang y de ahí a Pekin en un tren de 24 horas, en vez de avión.
Fenghuan SI era un lugar turístico pero me constaba que era muy bonito. A la vista de los escasos resultados obtenidos en la búsqueda de la china anónima decidí que iba a intentarlo con la China conocida. Después de comprar mis billetes de tren me fui a cenar a "Montecarlo" un antro decorado con escultura clásica y columnas griegas con pretensiones de ser un restaurante occidental. Probablemente yo era el único occidental que había pisado jamás ese restaurante. El menú, con traducción inverosímil y ortografía "creativa" en ingles, contenía variados cortes de ternera provenientes de lejanos rincones del mundo: solomillo de nueva zelanda, chuleta de brasil.... No me cuadraba. Otro tanto ocurría con los cafes de Colobia, de Arabia, de Jamaica.....en este antro?! Efectivamente, no. El filete, en realidad, solo podía ser de una clase (y lo jodieron cubriéndolo de una salsa indefinida) y el café solo de sobre. Todo se explica.
A la mañana siguiente, bien temprano, salí de camino a Fenghuan en tren.
El tren solo llegaba hasta Jishou, otro pueblo-ciudad mediano. Desde allí quedaba una hora de carretera. Era una oportunidad más de cruzar "campo anónimo" y me busqué un taxi para el trayecto. El chofer resulto ser de la minoría Tujia y un cachondo mental. De alguna forma se notaba un carácter "no Han". Le conté lo que andaba buscando y lo entendió a la primera. El mismo había sido emigrante años atrás. Se fue a Shenzhen en Guandong, a trabajar en la obra, pero en cuanto pudo se vino al pueblo, se compro un taxi y se caso. Ahora era feliz. Ganaba bien y trabajaba poco. Las prioridades las tenía bien claras.
En el camino a Fenghuang fuimos cruzando pueblitos con casas de adobe y techos curvos, campos de arroz, bufalos... campo a la antigua.
Paramos en uno de ellos para que diese una vuelta. Esta vez fui sin escolta. El pueblo era muy autentico. Más que calles había cuestas y escaleras, pero no había un alma por allí. La gente debía estar en los campos. Finalmente me crucé con un abuelo que estaba secando guindillas. Me miro raro -lógico-, me saludo, me dijo que hacía por allí y me invitó a un té. Su casa estaba presidida por un gran poster de Mao casi en situación de altar. Mao era Hunanés y su foto está todavía en todas partes. Costaba lo suyo entenderse con el acento hunanés de pueblo... pero tampoco íbamos a ponernos a disertar sobre arte contemporáneo. Después del te me invitó a comer pero decliné la oferta pensando en mi chofer que estaba esperando. Cuando volví el taxista estaba echándose una siesta con los pies en el volante. Al contarle la historia me dijo: "y por que no te has quedado a comer?". Un Han probablemente me habría pedido que le pagase por la espera del té. Nunca se sabe.
Llegamos a Fenghuang y resulto ser tan impresionante como prometía. El pueblo está atravesado por un rio rodeado por murallas. En algún momento de la historia había sido una encrucijada comercial importante. Las casas de las laderas junto al río estaban costruidas sobre pilares y el conjunto era 100% de postal. Por alguna razón Fenghuang no sale en las guías de viaje extranjeras, pero es un destino muy popular para los chinos. No queda una sola casa en el pueblo que no sea un hotel, un restaurante o ambos. En temporada alta debe ser algo agobiante, pero en diciembre no había nadie. Por un precio muy razonable me alojé en una habitación con vistas increíbles y un balcón de madera sobre el río. Era el único en esa casa.
Me pasé el día siguiente recorriendo las callejas, subiendo por las murallas e intentando colarme en los sitios sin restaurar. Por la tarde acabé en una escuela justo a la salida de clase y me lleve un susto al ver a todo el alumnado en pose militar. Cientos de chiquillos estaban formando pelotones, moviéndose al compás y desfilando. Un ejercito en miniatura, que miedo! Esta bien inculcar disciplina, pero creo que aquí se pasan un poco.
Fenghuang fue la ultima etapa. Al día siguiente volví a Jishou, me subí a mi tren y 24 horas después estaba de vuelta en Pekín.
Era el ultimo viaje del 2006. El ultimo viaje de mi año sabático. Y justo un año después, por fin encuentro el animo para contarlo. 2007 ha sido un año casi sin viajes. Espero resucitar este blog con el año que entra, año olímpico en Beijing!